Las pinturas rupestres del Rodeno demuestran que desde la más
lejana prehistoria Albarracín y su entorno estuvo poblada por comunidades
humanas.
Sobre poblados fortificados de origen celta surgió la población
romana, que tras el paso de los siglos y al cristianizarse acabó llamándose
Santa María de Oriente.
Emplazada en una colina de los Montes Universales, la ciudad medieval de Albarracín
en Teruel, parece salida de un cuento.
El irregular
trazado de sus calles, con escalinatas y pasadizos permiten al visitante
contemplar los muros color rojizo de sus casas construidas en piedra y madera.
Con la invasión musulmana llegó aquí un grupo berberisco de la
tribu de los Ibn-Racin, que le dio su nombre de villa. La disgregación del
Califato de Córdoba del que dependía produjo su independencia como reino taifa
musulmán, que tuvo tres reyes y duró 94 años, pero con la llegada de los
almorávides a Al-Andalus, Albarracín pasó a depender del Reino de Valencia.
Amparado inicialmente a la sombra del castillo, que se alza sobre
un peñasco, el caserío debió contar ya desde el siglo X con una muralla que lo
encerraba y separaba del entorno. Una posterior ampliación de la ciudad en el
siglo XI quedó igualmente encerrada en un nuevo recinto de murallas.
Posteriormente, por cesión, pasa a manos de la familia cristiana
de linaje navarro de los Azagra, que harán de esta ciudad un Señorío
Independiente de Castilla y Aragón desde 1170, creando un obispado propio y
haciendo prosperar su economía basada en la ganadería, el comercio y la
industria de la lana, para lo que contaban con batanes, telares y molinos.
Tras el fracaso de conquista por parte de Jaime I en 1220, es
Pedro III de Aragón quien la conquista en 1285, pasando definitivamente a la
Corona de Aragón en 1300. Esta serie de hechos explican la importancia del
sistema defensivo de Albarracín.
A partir del siglo XVI, cuando ya las murallas han perdido su
interés, surge un barrio extramuros del Portal de Molina y parte de la
población de la ciudad dedicada a la agricultura se traslada al llano (el
Arrabal). Al perder su independencia fue perdiendo su destacado papel político
aunque mantuvo una pujante economía durante varios siglos, constatada por la
existencia de un importante barrio industrial con talleres de paños e hilados.
Este barrio fue destruido durante la Guerra de la Independencia,
hecho que marcó el comienzo del declive económico de la ciudad. Los barrios que
han desaparecido y las casas destruidas durante la Guerra Civil han provocado
una profunda transformación urbana permitiendo transformar solares en parques,
jardines y plazas más amplias, modificando el primitivo carácter cerrado de la
localidad, que no obstante, aún se puede observar en los barrios de la calle
Azagra y del Portal de Molina.
Cuenta con abundantes
monumentos, como la Iglesia de Santa María, la Catedral, el
Palacio Episcopal, algunas mansiones señoriales, entre las que destaca la de
los Monterde, y una peculiar arquitectura popular donde destacan la casa de la
Julianeta, la casa de la calle Azagra, la plaza de la Comunidad y la pequeña y
evocadora Plaza Mayor.
Actualmente el turismo y la industria maderera son las principales
actividades económicas de la ciudad.
Wowow he descubierto un teroso verdadero!! Me encanta historia medieval más y creo que es la más encantadora. En China no la aprendemos. Gracias Juan, ¿y por qué la compartes?
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